domingo, 30 de mayo de 2010

LA FUERZA INTERIOR DE SÓCRATES

Beatriz Aguilar

La misma sociedad que admiro en mi aporte anterior, por la igualdad que propugna es la que da a beber la cicuta a Sócrates, allí hay un sistema de corrupción que halla acusaciones donde no existen. De todas maneras encuentro que esta época está llena de riqueza.

Quiero enfocar este tema sobretodo desde la vida cotidiana y mi vida profesional. En cuanto a la vigencia de la filosofía en la vida diaria, el mismo Sócrates tiene la palabra, centrado en la práctica de la virtud: “La prudencia es objeto de estudio, ya sea en las cosas domésticas (para el mejor gobierno de la casa), ya sea en las cosas políticas (para la mayor capacidad política de acción y de palabra”[1].

En mi proceso de formación como misionera consagrada ha sido clave el autoconocimiento para sentar unas buenas bases humanas. Ciertamente el conocimiento debe comenzar desde el interior; el vivir por dentro como decía Miguel Ángel Builes, fundador de nuestra Congregación, constituye la fuerza de los grandes personajes de la historia. El Conócete a ti mismo resonó en el corazón de Sócrates y se reflejó en su vida profunda y en sus claras convicciones.
Sócrates decía que una vida no analizada no vale la pena ser vivida, y bien sabemos, como educadoras, que la evaluación, la autocrítica, son claves en la vida personal y comunitaria al trabajar con un grupo de estudiantes.

Para mí, Sócrates con la mayéutica, constituye un gran aporte pedagógico como futura docente y en este momento como acompañante de un grupo de jovencitas. Este Filósofo buscó cercanía con la juventud y tuvo una gran acogida, les enseñó a pensar, a ser críticos, primero de sí mismos y luego del entorno y de las diferentes situaciones que encontraban. Impulsó la búsqueda de la verdad, el amor por la verdad y el aprecio por la virtud.

En un mundo fraccionado por la problemática social y económica, una pluriculturalidad mal manejada, intolerancia a flor de piel, Sócrates tiene un mensaje válido al proponer el diálogo como camino de construcción y de-construcción, sabiendo que el primer trabajo es personal e interior. “cambiar yo para que cambie el mundo” reza la filosofía popular oriental.

Sócrates, pertenece a una historia lejana, pero tiene un mensaje siempre actual, miremos la situación de la juventud de nuestros ambientes y sintamos esa sed de interioridad que viven en lo más profundo de ellos mismos. Es una buena ocasión para evaluar nuestro ser de educadores y responsables del presente y del futuro, a través de las jóvenes generaciones, así ratificamos que “la misión de la filosofía es despertar conciencias”[2] Para Sócrates, la filosofía es una misión, no una función de momento.

Por un lado, la muerte de Sócrates nos habla de honestidad, de dignidad, de ser consecuente con sus principios, cuando le propusieron huir él aceptó en paz la muerte, ya había cumplido su misión y su misma muerte seguiría generando vida. La vida de Sócrates nos reta a ser artífices de la vida, a ayudar a los jóvenes, especialmente, a descubrir la gran riqueza que llevan dentro, a ser gestores de su propio progreso poniendo en escena sus talentos, sus dones, sus valores juveniles, a “dar a luz a las ideas”.

Este “partero” nos interpela hoy:
¿Asumimos con responsabilidad y compromiso con los jóvenes y la sociedad nuestro ser de educadores?
¿Estamos despertando la conciencia, su sentido crítico y cultivo de valores?
¿Nuestra manera de aprender a aprender, les ayuda a conocerse mejor, analizar su propia vida?
¿Enseñamos una filosofía aplicable a la vida?

[1] Documento FUCN
[2] Ibid

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